Pérez Zeledón. Hay escenas que parten el alma…y es que es difícil dejar de lado el corazón a la hora de llegar a un accidente de tránsito y encontrarse a una persona que ha perdido la vida en esas circunstancias, pero ayer, la escena fue más allá, al momento de ese accidente comenzó a escribirse una historia de terror, que tenía un sonido ambiente que desgarraba el alma, el llanto de una madre desesperada, cuyo lamento no cesó en ningún momento, era su hijo, aquel que con una sábana blanca había sido cubierto y que tiempo después sería metido en una bolsa para ser llevado a la morgue.
Ante el llanto interminable de esta madre, se fue desarrollando esa triste historia, ante sus ojos aturdidos, un grupo de jóvenes buscó linchar a quienes se transportaban en el camión recolector de basura involucrado en aquel accidente, como si los golpes, como si incitar a la violencia, le pudiera devolver la vida a aquel que murió al instante, producto del fuerte impacto.
Mientras que la violencia quería adueñarse de aquella terrible escena, de igual manera iba sucediendo en las redes sociales, donde otros jóvenes, solo ellos sabrán por qué, no lo pensaron dos veces para externar la alegría y como disfrutaban el saber muerto a este muchacho.
Y así, la pesadilla fue creciendo, en una burbuja de violencia, que me hacía sentir en una historia irreal. Pasados los minutos llegó el Organismo de Investigación Judicial, a vista de todos quitaron aquella sábana blanca que le guardaba un poco de dignidad al recuerdo de aquella persona, que culpable o inocente de ese lamentable suceso, era un ser humano, con personas que lo querían y sufrían su partida. Mientras funcionarios del OIJ hacían su trabajo, unos quitaron el rostro para no observar aquella terrible escena, otros se acercaron un poco más, para mirar cómo quedó el joven y un importante porcentaje comenzó a disparar la cámara de su teléfono celular, irónicamente se dice que somos los medios los “amarillistas” y en honor a la verdad, debo decir que ni uno solo de los medios de comunicación que estábamos ahí levantó su cámara para capturar siquiera una imagen, de aquel cuerpo indefenso que se exhibía a vista de todos.
Sin embargo sé, que hoy al despertar, muchos de ustedes ya habían recibido en su celular esas tristes imágenes, que muchos no pensaron dos veces para capturar.
La decisión del OIJ, no la voy a juzgar, ellos saben perfectamente hacer su trabajo, mismo que respeto demasiado, pero la actitud de las personas ante esa cruel escena, deja mucho que desear, pues aquella madre no podía hacer nada para que la imagen de su hijo muerto, no comenzara a circular por todos lados. Mientras tanto en mis adentros pensaba que tal vez ver aquello era más fuerte de lo que uno quisiera presenciar y a la vez caí en cuenta que esa podría ser una manera efectiva de crear conciencia entre aquella inmensa cantidad de motociclistas que habían en ese lugar.
¡Lamentablemente me equivoqué! Minutos más después de haberse levantado el cuerpo, justo ahí donde esa persona dio su último respiro, se acercaron unos motociclistas para conducir de manera temeraria, como si aquello fuera una gran hazaña, como lo que realmente es para muchos, solamente uno más en la lista de aquellos que han muerto a raíz de un accidente, a bordo de su motocicleta.
Me duelen los jóvenes de nuestro país, me duelen sus madres, me duele nuestra sociedad y su falta de conciencia…como vamos de mal en peor, cada vez menos tolerantes, pensando que la violencia es una forma de solucionar las situaciones.
Como hubiera querido que aquellos fuera un mal sueño, pero no, fue la triste realidad que se escribió ayer en San Isidro de El General, muy cerquita de la Escuela 12 de Marzo, donde Gilberth Valverde, de tan solo 23 años, perdió la vida.
¡No fue un sueño! ¡Es la dura realidad!
Quien escribe, Yuri Fallas.
